lunes, 4 de octubre de 2010

Uno es dueño de lo que dice.

Una reflexión:
Ponemos en orden descendente a nuestras necesidades. Pero, ¿sabemos clasificarlas como se debe?
Algo material suele ir en el tope. No le corresponde ese puesto a algo que desaparece luego de un tiempo. El amor debería estar en el primer puesto siempre, porque es lo único que puede ser eterno; que es eterno.
Las obligaciones y demás nos apartan de lo que realmente importa. ¿Para que estamos acá si no es para nuestra misión, la que todos tenemos aunque no lo notemos?. ¿Para encajar en la sociedad intentando demostrar felicidad?
La felicidad no se demuestra al resto de la gente, solo con quienes vale la pena compartirla. Basta de caretas, las cosas se dicen caigan como caigan, sean como sean, duelan lo que duelan. Porque sino, uno se convierte en algo que no vale la pena. En un esclavo de la verdad.
Esclavo de lo que calla.

Cada ser tiene un destino... ♪

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