jueves, 30 de septiembre de 2010

Es duro aprender a amar.

Las cosas pueden salir de dos maneras:
  1. Como lo planeaste.
  2. Como definitivamente, nunca pensaste que iba a pasar.
Obviamente, mi destino es que, la dos, sea, por defecto, la decisión que marca mi vida en el día a día. Entiéndase, a partir de lo anteriormente dicho, que la costumbre ya es inevitable ante tales fracasos diarios, de distintas ramas en mi vida.
Incluso llega un momento en el que te sentís traicionado e impotente, todo por responsabilidad netamente nuestra. Es que la duda lleva al miedo, y el miedo a realizar acciones erróneas, o pensamientos totalmente retorcidos. Desconfianza en el otro.
Pero unos segundos mas tarde, te das cuenta de que no existe ese pensamiento rebuscado, y lo que realizaste hace solo unos instantes, carece de sentido total. Es el momento del arrepentimiento, de pedir perdón por haber tenido esos segundos de desquiciado, que siempre tienen consecuencias.
Por otro lado, si la opción es la primera, la que sigue el plan, uno se siente totalmente desconfiado, porque fácilmente se puede convertir en el fracaso de la segunda opción y terminar en la nada.
Y es, en estos momentos, Dios sabrá porque, que me acuerdo de tu perfume y no puedo dejar de pensar en vos. Así, de repente, como me tenes acostumbrado, como siempre fue conmigo. Un momento de éxtasis en donde nada puede arruinarlo, salvo el golpe seco que siempre termina con ese momento. Y es el sonido, lo que quizá más me molesta.
El poderoso ruido de la caída de esa nube que tiene tu nombre, pero que se pincha porque mi conciencia sabe que es solo una ilusión, por lo que mi corazón no le da cabida a la razón.
Y al final, esto termino de una forma que no esperaba que termine. Como todo termina. Porque separados, es una cosa de dos, pero juntos,
solo podemos ser uno solo.

Y hoy decidimos frenar acá, no vamos al mismo lugar.

Cada ser tiene un destino... ♪

1 comentario: